el mundo de “la guitarra” de salvador rueda

“El mundo de la guitarra es el mundo de la perdición” - Calandria

Así define Calandria, uno de los personajes de la obra teatral “La Guitarra” del autor malagueño Salvador Rueda, el mundo de la guitarra. Una definición que bien podría hacerse extensiva al mundo de los cafés cantantes de principios de siglo XX, como aquel en el que se ambienta la mencionada obra.

La Compañía de Teatro María Zambrano de Vélez Málaga, con casi cuatro décadas de vida y una larga lista de montajes a sus espaldas, se dispone a rendir homenaje a su paisano, el poeta ilustre Salvador Rueda, llevando a las tablas “La Guitarra”. El estreno será el 11 de febrero en Macharaviaya, el 15 en el MVA (Málaga) y el 18 en el Teatro del Carmen (Vélez Málaga). Entrada gratuita hasta completar aforo.

Salvador Rueda nació en Benaque, una aldea de la comarca de la Axarquía perteneciente al municipio de Macharaviaya (Málaga), el 3 de diciembre de 1857. Periodista, poeta y dramaturgo, fue de niño aprendiz de muchos oficios, pero ya tuvo conciencia poética desde muy pequeño. Su formación fue eminentemente autodidacta, si bien el cura de Benaque, al tanto de la sensibilidad artística de Salvador, le dio clases de Latín, de Lengua Española y Literatura, y le aficionó en la lectura de los autores clásicos del Siglo de Oro.

“Aprendí administración de las hormigas; música, oyendo los aguaceros; escultura buscando parecido a los seres en las líneas de las rocas; color, en la luz; poesía, en toda la naturaleza”. - Salvador Rueda

Pese a vivir durante 37 años en Madrid, donde se dedicó a escribir poesía con profusión, y viajar a menudo a Latinoamérica, donde la sonoridad de sus versos fue tan bien aceptada que llegó a ser coronado en la Habana en 1910 como “Poeta de la Raza”, sus sueños y recuerdos siempre estuvieron atrapados en su tierra querida, a la que constantemente se refería en su obra. A ella volvió para continuar trabajando como archivero hasta fallecer en 1933.

Salvador Rueda, considerado el precursor español del modernismo, fue un autor prolífico, un poeta ilustre que también cultivó otros géneros literarios como la novela y el teatro. Entre sus obras teatrales se encuentra “La Guitarra”, publicada en 1907 en la colección de novelas cortas “El cuento semanal”. Un drama en tres actos ambientado en un café cantante en el que retoma el costumbrismo y que dedica al mundo del flamenco.

A través de los diálogos populares y los giros característicos de su tierra, la obra refleja la crudeza del mundo del tablao, la dureza de la profesión y la explotación que sufre toda la tropa del café cantante, sobre todo ellas, las artistas, que malviven bailando y cantando ca’ noche, tratando de enamoriscar, con más hambre que ganas, a los clientes más pudientes para sacarles una perra chica que, cómo no, acabaría agenciándose el dueño del café. Asimismo, el drama es una denuncia social ante esas dificultades con las que se topan los artistas para subsistir y, ante todo, de la violencia machista que existía y que, lamentablemente, sigue existiendo hoy en día.

Concha, la bailaora, es una mujer que abocada por su orfandad y una infancia durísima, ha tenido que vender su arte -y entiéndase en toda su ambigüedad, dadas las dudas morales que siempre se han tenido sobre la profesión escénica-, y aunque ya está decidida a recogerse, la requiere un empresario en horas bajas y un enamorado sincero. Si accede a su deseo de bailar y dar vía libre a su amor por el hombre que la quiere, activa esa fatalidad atávica de la que es portadora por su condición de mujer y por su biografía. […] Con la renuncia de Concha se representa a la mujer que se autoinculpa bajo el supuesto judeocristiano de la mancha originaria de la mujer[…]… la única forma de ser querida es no responder al amor con el amor, sino adoptando una actitud sacrificial con la que encarnar la imagen de mujer pura y madre que una sociedad de valores masculinos espera que realice. El desenlace de La guitarra se puede interpretar como la demostración última del triunfo de la bondad femenina y de la maldad masculina, o al revés: el hombre bueno que acaba perdido al serle transferido el mal del que es portadora atávica la mujer. Fuente: “El teatro de Salvador Rueda”, Francisco Linares Alés.

Fotografía: Fernando de la Cruz Barranquero

La puesta en escena de una de sus obras como es La Guitarra, jamás representada, supone para la Compañía de Teatro María Zambrano un honor y a la vez un reto, considerando esta propuesta como un acontecimiento cultural de primer orden. La intención última es poner en escena toda la obra dramática de Salvador Rueda, apenas conocida, y que componen ocho textos: El secreto. Poema escénico (1891), La Musa. Idilio en tres actos (1903), Luz, Comedia en tres actos (1904), La guitarra. Drama en tres actos (1907), Vaso de Rocío. Idilio Griego (1908), El poema de los ojos. Drama en dos actos (1908), La epopeya del templo (1914) y La vocación. Novela escénica (1921).

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